La Verbena de la Paloma, que se celebra el 15 de agosto en torno a la Iglesia de la Paloma, en las inmediaciones de la madrileña calle Toledo.
En 1893 a los empresarios del teatro Apolo se les metió en la cabeza poner música a La Verbena de la Paloma, de Ventura de la Vega y decidieron encargarle la obra a Chapí, que siempre había sido un defensor acérrimo de la zarzuela y, de hecho, ya había compuesto varias de gran éxito. Pero mira por dónde que aquél estaba en malas relaciones con los encargados del teatro Apolo y se negó a acceder a su petición. Estos no desistieron y le ofrecieron el encargo a Tomás Bretón, eso sí, sin mucha convicción, pues éste nunca había creado una obra musical de género chico.
Realmente, Bretón llevaba tiempo embarcado en una campaña en pro de la ópera nacional, componiendo varios ilustres títulos, pero sin obtener el reconocimiento del público. A pesar de todo, Bretón aceptó, y el 17 de febrero de 1894 se estrenó La Verbena de la Paloma en el horario de la segunda sesión. Fue tal su éxito que inmediatamente pasó a representarse en la cuarta sesión, la preferida del público noctámbulo y trasnochador.
Lo cierto es que La Verbena de la Paloma es un compendio del Madrid más castizo y chulapo. Ventura de la Vega en su libreto saca a relucir estampas y tópicos de un barrio popular del XIX: un viejo boticario picaruelo que persigue, iluso, el amor juvenil de dos chulapas (ya sabes, “una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid”); Julián, un honrado cajista, y Susana, una coqueta modistilla.
También está la señá Antonia, una cincuentona gorda y aguardentosa, muy interesada en sacarle el parné al boticario, casando con él a alguna de sus sobrinas Casta y Susana. No podían faltar un guardia y un sereno que discuten sobre política, la “municipalidad”. Y, como ambientación, el típico café cantante en el que se interpreta copla andaluza, y la romería en la plazuela, donde se baila el chotis al son del organillo.
Con todo este argumento, hilado por Ventura de la Vega, hizo Bretón una música magistral, a pesar de que el día del estreno él mismo no las tenía todas consigo. Se cuenta que esa noche, al empuñar la batuta, mientras el público le aplaudía, él comentó en voz alta: “Me parece que en esta ocasión me he equivocado”. Craso error, pues fue un éxito fulgurante.
De hecho, La Verbena de la Paloma hoy es considerada por la crítica la obra maestra del género chico.
Pero la fama de esta obra inmortal trasciende la música y así han quedado en el acervo popular expresiones suyas tan simpáticas como aquélla de la primera conversación entre Hilarión y su amigo Sebastián. En ella Sebastián le dice al boticario que “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Frase que ha pasado a nuestro repertorio hablado.
Fuente: aula.el-mundo.es
15 de agosto de 2006
La Verbena de la Paloma
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1 comentario:
Me gusta tu blog, interesante para los que estamos aqui, esperamos, de visita, aunque la visita dure varios años.....
Un saludo, y te enlazo desde nuestro blog!!
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